viernes, 15 de noviembre de 2013

El producto de la narración

Eduardo Cabrera Colín 

Cuenta la leyenda que un grupo de desterrados provenientes de Aztlán, expidieron un viaje en busca de tierras donde el agua emana del suelo y el maíz abundaba en la tierra. En ese entonces, la tribu errante viajaba de región en región en busca de algún lugar en donde asentarse. Durante toda su travesía, fueron atacados por tribus que ya se habían asentado en la región. El pueblo mexica provenía del desierto, eran llamados chichimecas, el pueblo de los perros, porque eran considerados barbaros. Huitzilopochtli era el líder de aquella tribu; fungía su posición como sacerdote, mago, guerrero y rey.
En una batalla, Huitzilopochtli fue herido por una flecha. Agonizando, un colibrí se le manifestó y le dijo que los dioses estaban enojados con su pueblo porque no los consagran con el elixir que necesitaban para saciarse... sangre. Huitzilopochtli al ver que su tribu perdía la batalla, tomó un cuchillo de obsidiana y se arrancó el corazón como tributo a los dioses. Desde aquel ritual, el pueblo mexica selló un pacto de sangre con los dioses.
Desde esa batalla, el pueblo mexica, sediento de sangre y con la ilusión de tener una tierra donde prosperar, se volvieron más sanguinario. Desde el sacrificio de Huitzilopochtli, los mexicas fueron ganando batallas, obtenían más dominio y crecía más el temor de su leyenda en todo el valle de Texcoco. En cada batalla, los mexicas capturaban prisioneros de guerra; ofrecían el corazón aún latiendo a los dioses y el resto de la carne era su alimento.
Cuando Huitzilopochtli ofreció su corazón a los dioses. Sacerdotes colocaron su corazón en una vajilla de barro. A través del tótem, Huitzilopochtli orientaba a los sacerdotes para que rindieran culto a los dioses. Les ordeno seguir buscando una tierra para que su pueblo pudiese asentarse y poder desarrollarse. Fue cuando el pueblo mexica siguió buscando, hasta encontrar un águila devorando una serpiente sobre un nopal. Aquella tierra fue nombrada Tenochtitlán, El corazón de la tierra.
Para el pueblo Mexica, el dios Huitzilopochtli representaba la guerra; y frecuentemente era asociado al sol. Cuando un guerrero moría en batalla, su alma se dirigía al sol para estar al lado de Huitzilopochtli, era considerada una de las muertes más honorificas de aquel entonces. Su nombre significa “colibrí del sur”…
Esto fue una pequeña síntesis de lo que fue la historia de la fundación del poderío Mexica. Las narraciones varían según las fuentes: existe la crónica Mexicáyotl, esta fue una serie de investigaciones que hicieron franciscanos después de la conquista; también están los códices Aubin, Durán y la tira de Peregrinación hechas por escribanos aborígenes de Mesoamérica.
El punto es que el pueblo mexica era devoto a sus narraciones. Dentro de sus leyendas, se narran el origen de sus prácticas como una civilización emergente. El estado Mexica fue teocrático militar. El Huetlatoani no solo era el rey, era también el supremo sacerdote: aquel que podía comunicarse con los dioses y obedecía su voluntad. Esta forma de gobierno tuvo que haberse desarrollado conforme crecía el poderío mexica. Pero se fue expandiendo desde que fueron dominando pueblos en Mesoamérica, siendo la tribu más barbárica y sedienta de sangre. Sometían a otras tribus, recolectando tributos destinados a sacarles el corazón, para seguir realizando los rituales de dioses que sedientos de sangre. A los niños se les contaban aquellas narraciones, explicándoles lo que significaba ofrecer tributo a los dioses, morir en batalla, respetar las tradiciones y el honor que significaba morir siendo sacrificado.
Las narraciones cambian con el paso del tiempo. En nuestro tiempo resulta casi imposible creer que un colibrí le hablo a Huitzilopochtli, y lo catalogamos como una simple leyenda de tiempos remotos. Sin embargo, la verdad deja de importar en las leyendas, en los mitos y las historias que nos cuentan durante la infancia; lo que en verdad importa es el poder que produjo una narración a lo largo de la historia de la humanidad. La narración de Huitzilopochtli fue todo el argumento necesario para fundar una de las civilizaciones más grandes en América.
El hombre es un ser narrativo. Utiliza el lenguaje para contar historias. El lenguaje que utiliza contribuye a desarrollar la cultura. La evoluciona. Escuchamos sin fin de historias, relatos, leyendas, mitos, notas periodísticas y nos conectamos con la realidad. Nos hacemos participe de algo que se construye todos los días mediante el lenguaje. Las narraciones construyen la realidad. A las civilizaciones y las naciones les da el argumento necesario para seguir existiendo; y evolucionan mediante ideas nuevas que van adquiriendo. También le otorga identidad a los individuos, nos hace relacionar con quienes nos tocó nacer a través de la narración.
La herencia cultural es el resultado de una dialéctica entre discursos. Prosperan las ideologías que dominen. El discurso se va construyendo a partir de otros. Como paso con la ideología Católica, que al final de todo, es una mezcla de ideologías y discursos de pueblos que fue dominando: el judío, griego, romano, babilónico, egipcio, mexica, americano, etc. Las narraciones también contribuyen a construir la nación, se cuentan historias de como héroes dieron sus vidas por la patria. Mueren por los símbolos; muere por lo que significa. El poder de la narrativa crea un sentimiento patriótico y de devoción a la ideología. Interpretamos la realidad a partir de lo que conocemos, historias; y las contamos desde nuestro referente cultural.
Es así como las narraciones dominan el pensamiento humano. Subordina al humano bajo el yugo de ideologías ajenas a él. Las narraciones calan la mente y el pensamiento, y prospera la ideología. Hoy en día las narraciones que encontramos en libros, películas, televisión, periódicos, la música, etcétera, son metarelatos de otros metarelatos. Todas las narraciones de nuestros tiempos tienen un origen ideológico que fueron evolucionando. Obedecen un marco ideológico. Es donde el pacto narrativo se convierte en algo más real, traspasa el lenguaje y construye la realidad. La narrativa es el puente entre la idea y el pensamiento con el mundo físico.
Al final de todo, somos el producto de la narración.

1 comentario:

  1. un buen ejemplo de la relacion del relato, la cultura y el lenguaje en el ciclo narrativo y el desarrollo de una cultura. aunque hay mcuhas ideas que salen sobrando y tambien muchos puntos y seguido, tambien creo que el ejemplo puede ser mas concreto, pues es tan extenso como su analisis. No concuerdo con eso de que las narraciones dominan al pensamiento.

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